Hoy se corre el telón del pasatiempo que nos une: el béisbol. Después de una “temporada muerta” que en realidad no lo fue, las franquicias se movieron con intensidad y los fanáticos mantuvieron viva la conversación, como si el campeonato pasado hubiera concluido apenas ayer, cuando los Leones del Escogido levantaron la copa de campeones.
Pero a partir de hoy todo vuelve a empezar. Las estadísticas se borran, los pronósticos se renuevan y las pasiones se desatan. Aunque habrá que esperar hasta enero para conocer al nuevo monarca, los Leones apuestan al “Bi-Campeonato” han hecho lo suficiente para defender su reinado con garras afiladas.
Los Tigres del Licey llegan con el orgullo del más ganador —24 coronas en la historia— y el deseo de recuperar el trono que rozaron hace unos meses. Han trabajado día y noche para volver a la cima, conscientes de que el único lenguaje que entienden sus fanáticos es el de los triunfos.
Mientras tanto, las Águilas Cibaeñas presentan rostro nuevo: vicepresidente de béisbol René Francisco, y gerente Gian Guzmán con energía y decisión, decididos a reconstruir la estructura amarilla y devolverle su vuelo majestuoso. En Santiago el mensaje es claro: la reconstrucción no es una excusa, es una misión.
Por el Este, los verdes de San Pedro llegan bajo la guía del veterano Fernando Tatís, con una camada de jóvenes hambrientos y brazos poderosos. Su consigna es directa: este año, la ola será verde.
Más hacia La Romana, los Toros del Este quieren demostrar que su corral vuelve a rugir. Con una plantilla reforzada, mezcla de juventud y experiencia, apuntan a ser el equipo incómodo que nadie quiere enfrentar.
Y en San Francisco, los Gigantes del Cibao levantan la bandera de siempre: el Cibao es gigante. Con movimientos inteligentes, han rejuvenecido su plantilla y lucen listos para otra zancada hacia el título.
Lo cierto es que el entusiasmo está en el aire. En cada esquina del país se respira béisbol, y el público está listo para vivir emociones desde el primer lanzamiento. Este torneo, dedicado a la gloria eterna de don Juan Marichal, inmortal de Cooperstown, promete ser memorable.
La espera terminó.
Ahora, que ruede la pelota.